Fueron tiempos duros aquellos. Fíjate en cómo lo ilustra este cortometraje:
Abrapalabra 2
6.1.1. Contexto histórico y cultural
[...] La propaganda oficial, encargada de hacer acatar las normas de conducta que al Gobierno y a la Iglesia le parecían convenientes para sacar adelante aquel período de convalecencia, insistía en los peligros de entregarse a cualquier exceso o derroche. Y desde los púlpitos, la prensa, la radio y las aulas de la Sección Femenina se predicaba la moderación. Los tres años de guerra habían abierto una sima entre la etapa de la República, pródiga en novedades, reivindicaciones y fermentos de todo tipo, y los umbrales de este túnel de duración imprevisible por el que la gente empezaba a adentrarse, alertada por múltiples cautelas.Prohibido mirar hacia atrás. La guerra había terminado. Se censuraba cualquier comentario que pusiera de manifiesto su huella, de por sí bien evidente, en tantas familias mutiladas, tantos suburbios miserables, pueblos arrasados, prisioneros abarrotando las cárceles, exilio, represalias y economía maltrecha. Una retórica mesiánica y triunfal, empeñada en minimizar las secuelas de aquella catástrofe, entonaba himnos al porvenir. Habían vencido los buenos. Había quedado redimido el país. Ahora, en la tarea de reconstruirlo moral y materialmente, teníamos que colaborar con orgullo todos los que quisiéramos merecer el nombre de españoles. Y para que esta tarea fuera eficaz, lo más importante era el ahorro, tanto de dinero como de energías: guardarlo todo, no desperdiciar, no exhibir, no gastar saliva en protestas ni críticas baldías, reservarse, tragar.Las consignas que durante la guerra habían instado al ciudadano de la retaguardia a apretarse el cinturón se materializaron ahora en dos palabras clave: «restricción» y «racionamiento» [...].
Usos amorosos de la posguerra española, Carmen Martín Gaite.
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Los acontecimientos que han condicionado nuestras vidas desde la Guerra Civil hasta el presente han sido numerosos. Desde una primera etapa, dura y autárquica, a la que le sigue una tímida liberalización y un final previsible con la muerte del dictador, hasta la llegada de la democracia y el periodo de estabilidad política que hemos vivido hasta hoy en día gracias a la Constitución de 1978. Cada una de estas etapas históricas y sociales van a verse plasmadas en los movimientos literarios contemporáneos.