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2.3.2. Rasgos

Como ya hemos visto al inicio, los propios autores de la Generación del 98 son conscientes de que estos jóvenes del 14 presentan un afán de perfección estilística del que ellos parecían carecer. En efecto, todos tienden a eliminar de su obra lo vulgar, todo lo que suene a realismo decimonónico.

Veamos cuáles son los rasgos característicos de los novecentistas:

 

Características fundamentales del Novecentismo:

  • Se dejan influir en ciertos aspectos por movimientos anteriores. En la forma, por su gusto por el ritmo y la musicalidad (herencia del Modernismo) y en los contenidos por el tratamiento profundo de ciertos temas como el de España (influjo de la Generación del 98).
  • Se alejan del sentimentalismo de la generación anterior (la del 98) y del siglo XIX para buscar una mayor objetividad. Manifiestan una clara tendencia intelectualista (presencia del pensamiento, no solo en el ensayo, sino también en la novela o la poesía).
  • Escriben sus obras para la minoría (elitismo).
  • Buscan la obra formalmente bella, el arte puro.
  • Gran preocupación por el estilo y la forma: uso de un lenguaje eficaz, muy pulcro, con recursos expresivos usados con rigor y precisión.

Actividad 1

Intenta explicar cómo plasma Ortega y Gasset algunas de estas preocupaciones de los novecentistas en el siguiente texto.

En España […] el daño no está tanto en la política como en la sociedad misma, en el corazón y en la cabeza de casi todos los españoles.

¿Y en qué consiste esta enfermedad? Se oye hablar a menudo de la «inmoralidad pública», y se entiende por ella la falta de justicia en los tribunales, la simonía en los empleos, el latrocinio en los negocios que dependen del Poder público. Prensa y Parlamento dirigen la atención de los ciudadanos hacia esos delitos como a la causa de nuestra progresiva descomposición. Yo no dudo que padezcamos una abundante dosis de «inmoralidad pública»; pero al mismo tiempo creo que un pueblo sin otra enfermedad más honda que esa podría pervivir y aun engrosar.

[…] La enfermedad española es, por malaventura, más grave que la susodicha «inmoralidad pública». Peor que tener una enfermedad es ser una enfermedad. Que una sociedad sea inmoral, tenga o contenga inmoralidad, es grave; pero que una sociedad no sea una sociedad, es mucho más grave. Pues bien, éste es nuestro caso. La sociedad española se está disociando desde hace largo tiempo, porque tiene infeccionada la raíz misma de la actividad socializadora.

El hecho primario social no es la mera reunión de unos cuantos hombres, sino la articulación que en ese ayuntamiento se produce inmediatamente. El hecho primario social es la organización en dirigidos y directores de un montón humano. Esto supone en unos cierta capacidad para dirigir; en otros, cierta facilidad íntima para dejarse dirigir. En suma: donde no hay una minoría que actúa sobre una masa colectiva, y una masa que sabe aceptar el influjo de una minoría, no hay sociedad, o se está muy cerca de que no la haya.

                                                           Ortega y Gasset, España invertebrada (1921).