2.4.1.2. Las vanguardias en España. Ramón Gómez de la Serna

Por lo que fue interesante y digno de vivirse el primer tiempo de los tiempos es porque fue nuevo. Si hubiera sido antiguo no hubiera podido comenzar la vida, no hubiera tenido la curiosidad de su primer arranque.

Lo nuevo, en su pureza inicial, en su sorpresa de rasgadura del cielo y del tiempo es para mí esencia de la vida.

Lo nuevo nace más veloz. Hay que emplear hoy dos imágenes cada cinco segundos de escritura para emplear mañana tres en los mismos cinco segundos.

Si el nuevo día dijese en qué consiste su novedad, nadie lo comprendería. Lo mejor que tiene es que es nuevo. Esto es lo que revelan las nuevas imágenes.

Lo nuevo son distancias que se recorren. No hay otra forma ni concepto de la distancia en Arte que el innovar. Así como el que camina, si ha de avanzar, ha de recorrer espacios que no estaban detrás de él, sino delante, el artista está parado y da vuelta alrededor de su noria si no se innova.

Ramón Gómez de la Serna. Ismos, 1931.

Retroalimentación

Caligrama de Apollinaire en Wikimedia Commons

Dominio público

Quien así habla es Ramón, como le gustaba ser conocido. Muestra en sus palabras una inquietud y un deseo de innovación, que se identifica con la vida. "Repetirse es morir" dice en otro lugar. Algo en nuestros jóvenes escritores estaba cambiando. Como también cambió la tendencia europeísta de nuestros intelectuales mayores.

En el periodo de entreguerras la comunicación con Europa comenzó a ser muy fluida. Todos los vanguardismos, y particularmente el surrealismo, tuvieron una recepción entusiasta. En 1925, el joven crítico Guillermo de Torre editó Literaturas europeas de vanguardia, quizá el primer libro de conjunto sobre el tema, y ese mismo año Ortega dio a la luz pública dos trabajos, La deshumanización del arte, análisis muy brillante de la nueva práctica artística y su relación con el público, e Ideas sobre la novela, donde enuncia la muerte de la novela realista decimonónica. En 1931, Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) dio en Ismos no solamente un nombre que ha hecho fortuna sino también un certero retrato de los nuevos rumbos estéticos. Se tradujeron las obras extranjeras de éxito. Se puede decir que entre 1914 y 1936 España vivió uno de los momentos más ricos de su historia cultural. Una nueva edad dorada.

La aportación nacional a todos estos movimientos vanguardistas fue el ultraísmo. Se trataba de un movimiento progresista que aglutina en nuestra fronteras los movimientos europeos de vanguardia.

Existieron dos focos bien localizados, uno Madrid, en tomo a Rafael Cansinos-Asséns y la revista Cosmópolis, y el otro en Sevilla, alrededor de la revista Grecia, que, a pesar de su nombre clásico, desde sus páginas anima a los jóvenes poetas a que se unan a la vanguardia, sin tipificar. Entre los que defendieron el Ultraísmo: Guillermo de Torre, Pedro Garfias, Adriano del Valle, Mauricio Bacarisse, Cansinos-Assens, Eugenio Montes, César A. Comet, Rogelio Buendía, Rafael Lasso de la Vega, Isaac Vando Villar, Jorge Luis Borges, pero también Gerardo Diego.

A Grecia se unen revistas como Tableros, Reflector, Ultra, Cervantes, Alfar y Plural. Es el momento de la proliferación de las revistas, que tienen efímera vida, pero que aportan las novedades. Las vanguardias son la transición para el Grupo del 27, pues casi todos los poetas de este grupo participan en algún momento de su vida en la vanguardia, si bien luego continúan su estilo personal.

Pero antes, en el inicio del proceso, el gran animador de todo esto es, sin duda, Ramón Gómez de la Serna. Escritor precoz, excéntrico, organizó en el café de Pombo, desde 1915, una tertulia literaria que fue la más original y pintoresca de Madrid.

Cultivó casi todos los géneros (novela, cuento, teatro, biografías y retratos...) pero, sobre todo, le gustaban los libros misceláneos, hechos de fragmentos cortos y cuya unidad estriba más en la personalidad del escritor que en el tema. Esa preferencia de su imaginación por lo instantáneo, lo intuitivo y necesariamente breve, le llevó a la invención de la greguería, verdadera médula de su estilo de escritor y germen que, por multiplicación, forma sus géneros literarios más convencionales y definida, por él mismo, como "metáfora más humorismo".

La dificultad de clasificarlo o etiquetarlo hace que se hable de "ramonismo" como un nuevo movimiento de vanguardia. Pero dejemos que él mismo se explique:

Actividad 1

Completa el siguiente fragmento de Vicente Huidobro sobre el creacionismo, redactado en 1916, con las palabras que se te ofrecen.

Banco de palabras: poeta, imágenes, veracidad, agobiar, tradicional, cosmogónicas, creados.

Un Rellenar huecos (1): debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él.

Los poemas Rellenar huecos (2): adquieren proporciones Rellenar huecos (3): ; os dan a cada instante el verdadero sublime, este sublime del que los textos nos presentan ejemplos tan poco convincentes. Y no se trata del sublime excitante y grandioso, sino de un sublime sin pretensión, sin terror, que no desea Rellenar huecos (4): ni aplastar al lector: un sublime de bolsillo.

El poema creacionista se compone de Rellenar huecos (5): creadas, de situaciones creadas, de conceptos creados; no escatima ningún elemento de la poesía Rellenar huecos (6): , salvo que en él dichos elementos son íntegramente inventados, sin preocuparse, en absoluto de la realidad ni de la Rellenar huecos (7): anteriores al acto de realización.

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Para saber más

Los vanguardismos en España representan la antesala de la Edad de Plata de la literatura en nuestro país. La gran figura de este momento es Ramón Gómez de la Serna, autor de las famosas greguerías.

Actividad 2

Relaciona las dos columnas:

1. Surrealismo.
2. Dadaísmo.
3. Futurismo.
4. Ultraísmo.

a) Marinetti.
b) García Lorca.
c) Tzara.
d) Gerardo Diego.