Retroalimentación

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La atonía cultural constituye el ambiente dominante en este primer tercio de siglo, impidiendo grandes innovaciones o experimentos, y continuando con el gusto por el realismo, representado en la escena por Echegaray. A pesar de ello, determinados círculos culturales se oponen visiblemente, como en el caso de los hombres del 98 que firman el Manifiesto contra el homenaje que la prensa le ofrece al recién Premio Nobel. Entre los firmantes, Miguel de Unamuno, Rubén Darío, Manuel y Antonio Machado, Manuel Bueno, Francisco Villaespesa, Pedro de Répide, Azorín, Enrique de Mesa, Ramón del Valle-Inclán, Pío Baroja, y otros (faltaban nombres importantes como el de Jacinto Benavente y de Gregorio Martínez Sierra).

Es verdad que la generación del 98 desembocó en actitudes de ensoñación e idealismo, aunque algunos de sus componentes, como es el caso de Valle-Inclán, llegarían a posturas de serio compromiso y modernidad artística.

Otros traducirán sus dramas individuales en originales muestras dramáticas, como ocurre con Unamuno (1864-1936). No faltan los autores como Azorín (1873-1967), que a lo largo de unos años elabora una producción dramática de originalidad superior a sus obras en prosa.