Según he oído a los que de esto saben, bastante antes de que yo naciera, allá por 1812, nuestro país consiguió ponerse a la altura de las naciones modernas, aunque me parece que solo sobre el papel, con una auténtica constitución democrática, la de las Cortes de Cádiz, la Pepa. Pero en la sociedad seguía habiendo una gran diferencia de clases sociales. La sociedad española de principios del XIX era agraria y estamental y soportaba unas elevadísimas tasas de analfabetismo. No existía una educación básica generalizada y no había libros baratos ni bibliotecas.
Las cosas al respecto cambiaron a finales del siglo XIX, aunque todavía un 85% de las mujeres no sabían leer ni escribir.
Luego vendría el retroceso con el restaurado Fernando VII en 1814. Pero con su hija, Isabel II, vuelven ciertos aires de libertad y de cambios. Es la etapa de los ideales exaltados, de los revolucionarios y los soñadores, de los conocidos como "románticos", término que, como otras muchas cosas, nos llega de Europa para referirse de forma poco concreta a lo medieval, lo ficticio, lo irreal... ¡Cómo me hubiera gustado vivir en esos años! Sobre todo se podía opinar, discutir...
Más tarde la cosa fue a más: la Constitución de 1869, la Primera República... Alfonso XII, la pérdida de Filipinas y Cuba. No es de extrañar que los escritores vuelvan al realismo para contarnos lo depravado de esta sociedad, donde el pragmatismo se impone a la fantasía y el dinero a los valores.