La lírica trovadoresca
Además de la lírica popular, durante los siglos XIII y XIV se fue desarrollando en la península ibérica una tradición de lírica culta de características propias. Es una poesía escrita por hombres eruditos, generalmente pertenecientes a la nobleza, que recoge la influencia de la lírica trovadoresca provenzal, del sur de Francia.
Los trovadores eran poetas y compositores cultos pertenecientes en su mayoría a la nobleza. Sus canciones y poemas eran interpretados por ellos mismos u otros en la corte frente a un público también noble. Así pues, la creación lírica o la interpretación no eran para los trovadores un medio de vida (como sí lo era para los juglares), sino un entretenimiento que generaba admiración social. Los mismos nobles que emprendían batallas o se anexionaban territorios componían algunos de los más bellos poemas de la época.
La figura del trovador surgió en Occitania, al sureste de lo que hoy es Francia, en el siglo XI, y se extendió por toda Europa, en lo que sería la primera muestra de lírica culta en lengua romance (y no en latín). A la península ibérica la poesía trovadoresca llegó gracias, sobre todo, a las peregrinaciones del Camino de Santiago y al contacto con Occitania de lo que hoy es Cataluña, donde desde el siglo XII los poetas escribían sus composiciones cultas en provenzal.
Los juglares eran artistas ambulantes que recitaban, cantaban y entretenían al público de clase baja y, en ocasiones, también a la nobleza en la corte. Por lo general no componían sus obras, como sí lo hacían los trovadores.