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6.3.4.1. José de Espronceda

 

Permanecí un rato más en aquella sala que, días atrás, había sido escenario del último acto de la vida de un hombre. Creo que me quedé atrapada entre la E y la B de la biblioteca del difunto. Allí estaban los grandes poetas de nuestra época. Todo, primeras ediciones.

Pronto vendría la criada. Ni Suárez ni yo misma localizamos a ningún familiar. Solo estaba la criada. La esperaría para despedirme. Fui ojeando lomos y cubiertas. Leí fragmentos sueltos. Sentada en el sillón donde tantas veces el hombre se sentó. Leía:
Juan Valera. Estudios críticos sobre literatura, política y costumbres de nuestros días. Tomo I, Madrid, Librería de A. Durán, 1864.
El azar me llevó a la página 138:
El otro eminente poeta y corifeo del Romanticismo ha sido Espronceda. Espronceda, menos fecundo que Zorrilla y que el duque de Rivas, pero más apasionado. Sus versos, cuando son de amores, o cuando la ambición o el orgullo le conmueven, están escritos con sangre del corazón: y nadie negará que este corazón era grande. En él se abrigaban pasiones vehementísimas y sublimes. Espronceda, con pensamientos de ángel, con mezquindades de hombre, hubiera sido más que Byron, si hubiera nacido donde, y como Byron nació. Espronceda no podía escribir para ganar dinero, alumbrado por una vela de sebo, y en una mesa de pino. Como todo hombre de gran ser, que camina por el mundo sin la luz de una esperanza celeste, necesitaba Espronceda vivir, gozar y amar en el mundo: y los deseos no satisfechos pervirtieron y ulceraron su corazón, que era bueno, y el abandono de su juventud y los extravíos consiguientes llenaron su alma de ideas falsas y sacrílegas. Mas a pesar de todo, la bondad nativa, la ternura delicada de su pecho y el culto y la devoción respetuosa con que se inclinaba Espronceda ante lo hermoso y lo justo, y con que adoraba y se confiaba en la amistad y en el amor, brillan en sus acciones como en sus versos.
Imagen de Desconocido  en Wikimedia Commons bajo Dominio público

Actividad 1

Todavía recuerdo al maestro con aquella canción que nos hizo aprender: La canción del pirata, escrita en 1840 y publicada en 1846, tras la muerte del poeta, en el volumen Poesías. Todos recitábamos con voz firme:

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:

«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.»

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

«Allá muevan feroz guerra,
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho

y dé pecho
a mi valor.»

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
como vira y se previene,
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Luego nos hacía las tres preguntas típicas:

La primera sobre el contenido: "¿Cuál es el tema del texto?" —nos decía, a la espera de que alguno de nosotros lo dijésemos.

La segunda siempre era sobre la forma: "¿Qué métrica emplea?"
Y la tercera, una de esas preguntas que él decía que era para que relacionáramos las anteriores y pusiéramos a trabajar juntas nuestra intuición y la memoria: "¿Tanto el contenido como la forma del poema tienen alguna relación con el Romanticismo?"

¿Sabías que...?

Imagen de Van de Velde en Wikimedia Commons bajo Domino público
El término pirata deriva del griego "atacar".
A mediados del siglo XVII y principios del XVIII, tras el fin de varias guerras europeas, muchos marineros se quedaron sin trabajo y fueron reclutados por buques de guerra privados.
Estos propietarios independientes eran dueños de barcos armados contratados por diferentes naciones para acosar a las fuerzas enemigas, atacando sus flotas comerciales para hacerse con el cargamento. Eran muy difíciles de controlar.
La mayoría de las naciones europeas los declararon ilegales a mediados del siglo XIX.

Para saber más

Conoce más sobre la obra del Espronceda. Selecciona y lee algunos de sus textos.

Actividad 2

Completa el texto con las palabras que se te ofrecen:

Banco de palabras: narrativos, neoclásico, romántica, líricos, evolución, exilio.

Espronceda escribe poesía a lo largo de su vida, si bien se observa en él una desde los textos juveniles de corte como El Pelayo, el posterior influjo del "ossianismo" —movimiento poético gaélico— en su etapa de , en textos como el Himno al sol, y la poesía propiamente que empieza a producir cuando regresa a España. De esta etapa son sus grandes poemas (Canción del pirata, El verdugo, y otros) y (El estudiante de Salamanca y El diablo mundo).

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