Retroalimentación

1. Desde 1599 hasta 1605. Etapa de florecimiento y plenitud, con las mejores novelas, el Lazarillo y el Guzmán, aunque ya comienzan a anunciarse factores decadentes, puesto que El Buscón de Quevedo —escrito ya en 1604, a pesar de no publicarse hasta 1626— y la Pícara Justina (1605) despojan de su funcionalidad a la autobiografía y la convierten en un mero armazón vacío de significado.
2. Desde 1605 hasta 1620. Fase decadente en la que no se sigue el modelo de los creadores, sino que se innova profundamente, intentando combinar la narración en primera persona, más propiamente picaresca, con la tercera persona de la "novella". En ella se incluyen La hija de Celestina (1612), de Salas Barbadillo, La vida de Marcos de Obregón (1618), de Vicente Espinel, y La desordenada codicia de los bienes ajenos (1619), del doctor Carlos García.
3. Desde 1620 hasta 1626. Período de renacimiento del género, en el que se vuelve al diseño constructivo inicial, intentando además que la autobiografía sea consustancial al relato y no mero cajón de sastre. Aquí se integran la Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes, de Juan de Luna (1620), el Lazarillo de Manzanares (1620), de Juan Cortés de Tolosa, Alonso, mozo de muchos amos, de Jerónimo Alcalá Yánez (1624-26) y Varia fortuna del soldado Píndaro, de Céspedes y Meneses (1626).
4. Desde 1626 hasta 1646. Etapa de progresiva decadencia, en la que destacan las tres novelas de Castillo Solórzano, que introduce el entremés dentro de la narración (La garduña de Sevilla, La niña de los embustes y Las aventuras del bachiller Trapaza), y, sobre todo, el Estebanillo González (1646), excelente novela y la última de la familia picaresca.