El tema del paso del tiempo está magistralmente tratado en esta segunda intervención de la anciana con el uso de un encadenamiento sintáctico. Observa la excelencia literaria del autor que ha fundido el contenido de su mensaje con la expresión literaria: "Assí que el niño dessea ser moço e el moço viejo e el viejo, más; avnque con dolor. Todo por viuir."
No son, pues, los recursos literarios empleados por el autor meras florituras artísticas, sino expresión del contenido y argumento que justifica la acción y las palabras de los personajes. Observa cómo caracteriza Celestina la vejez en antítesis a como había descrito Calisto la belleza en el acto primero.
CELESTINA:
Pero ¿quién te podría contar señora, sus daños, sus inconvenientes, sus fatigas, sus cuydados, sus enfermedades, su frío, su calor, su descontentamiento, su renzilla, su pesadumbre, aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos su primera e fresca color, aquel poco oyr, aquel debilitado ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerça, aquel flaco andar, aquel espacioso comer?
Imagen 11. Autor: Goya. Dominio público
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CALISTO:
Comienço por los cabellos. ¿Vees tú las madexas del oro delgado, que hilan en Arabia? Más lindos son e no resplandescen menos. Su longura hasta el postrero assiento de sus pies; después crinados e atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, no ha más menester para conuertir los hombres en piedras. [...] Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas e alçadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos e blancos; los labios colorados e grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la redondez e forma de las pequeñas tetas, ¿quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre quando las mira! La tez lisa, lustrosa; el cuero suyo escurece la nieue; la color mezclada, qual ella la escogió para sí. [...] Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos; las vñas en ellos largas e coloradas, que parescen rubíes entre perlas. Aquella proporción, que veer yo no pude, no sin duda por el bulto de fuera juzgo incomparablemente ser mejor, que la que Paris juzgó entre las tres Deesas.
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Y este alarde compositivo alcanza a la misma estructura del fragmento: dividido externamente en dos intervenciones de Celestina, la evolución interna del discurso acompasa la gravedad de la evolución del tiempo en las personas, acabando con una imprecación final a su interlocutora, Melibea, basada en una contradicción:
"Pues ¡ay, ay, señora!, si lo dicho viene acompañado de pobreza, allí verás callar todos los otros trabajos, quando sobra la gana e falta la prouisión; ¡que jamás sentí peor ahíto, que de hambre!"