El Libro de Buen Amor es toda la obra conocida de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Es un poema de 1.709 estrofas muy variadas, pues entremezcla lo profano y lo religioso, lo narrativo y lo lírico, lo culto y lo popular, la fábula y la sátira, lo cotidiano y lo literario. Todo ello está unido por la personalidad del autor y el tono y estilo de la obra, que son muy personales.
Se conservan dos manuscritos con fechas distintas de composición, 1330 y 1343. En todo caso, fue escrito en la primera mitad del siglo XIV. Del autor se conocen pocos datos, sabemos que fue clérigo con el cargo de Arcipreste en Hita (Guadalajara) y que probablemente nació en Alcalá de Henares (hoy en la provincia de Madrid).
El grueso del libro consiste en una narración en forma autobiográfica en la que el protagonista (un arcipreste de algún lugar que no se nombra) cuenta la historia de sus sucesivos amores, aunque entremedias introduce otros episodios y cambios de tema. Las catorce historias de amor, que tienen distinta duración y amadas de diversa clase, acaban siempre mal (dos de las amadas incluso mueren), y en ellas el arcipreste cuenta con la ayuda de la Trotaconventos, una alcahueta, lo que luego se conocerá por el nombre de Celestina.
Así pues, lo que encontramos es una especie de novela supuestamente autobiográfica, interrumpida por otros elementos: fábulas, digresiones, episodios alegóricos y composiciones líricas. El tono también varía muchísimo, pasa de lo serio a lo irónico, de lo culto a lo coloquial, de lo sagrado a lo profano. Algo muy original del libro es cómo da cabida a lo grave y a lo jovial, pues el humor está muy presente en toda la obra. El lenguaje es también variado y complejo y el recurso que más aparece es la amplificación retórica: el desarrollo por extenso de una idea a través de enumeraciones, rodeos, etc. Aparecen asimismo frases hechas, refranes y giros populares, el habla viva de la época, que se cuela especialmente en los diálogos. En cuanto a la forma métrica, predomina la cuaderna vía, pero a veces aparece en octosílabos en lugar de en alejandrinos, y se introducen también otras estrofas de arte menor esparcidas a lo largo de la obra.
Hay diferentes interpretaciones sobre el sentido de la obra. El autor explica, en el prólogo y a través de las historias, que estas son ejemplos de cómo el hombre, a causa del pecado original, busca conseguir el deleite "con hembra placentera" en lugar de centrarse en "el Buen Amor" (a Dios y a lo divino) y sostiene que su libro tiene un fin didáctico, para advertir de los peligros de la tentación a través, justamente, de los ejemplos contrarios al buen hacer, pues se ve que todas sus aventuras acaban mal, con lo que la enseñanza es que "el loco amor" lleva al fracaso absoluto. Sin embargo, se ha interpretado también que en realidad el autor no pretendía hacer didáctica, sino entretener y deleitar con sus historias.
En suma, en el Libro de Buen Amor confluyen las distintas tradiciones literarias de la Edad Media, y los distintos géneros, pero también se recoge lo inmediato, la cotidianidad del momento, con descripciones muy expresivas de la realidad. Esta obra, que hoy se nos hace difícil de comprender, es de alguna manera un retrato de todo un universo cultural, el medieval, que estaba a punto de desaparecer.
Las digresiones son fragmentos de un texto que no tienen relación directa con el contenido principal. Es como si el autor se apartara de lo que está contando para reflexionar sobre algo relacionado con ello.
Una alegoría es un relato donde los personajes representan ideas, de forma que estas se entiendan mejor. Es decir, es un relato simbólico.