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A pesar de los enfrentamientos personales de los defensores del culteranismo y el conceptismo, las dos tendencias estéticas que dominaron el Barroco castellano no representan más que dos caras de la misma moneda. Dicho de otro modo, conceptismo y culteranismo poseen más puntos en común, o al menos cercanos, de lo que pudiera parecer a simple vista. Por un lado, ambos buscan la originalidad, despertar la sensibilidad y la admiración del lector ante la obra literaria. Por otro lado, ambas corrientes rompen (cada una a su manera) el equilibrio entre la forma y el contenido que propugnaban los tratados renacentistas.