Nuevos tiempos para la prosa
El ensayo literario se consolida como género en España a lo largo del siglo XVIII. Si la Ilustración es el periodo de las ideas, de los cambios y de las transformaciones, el género literario que traslada sus enseñanzas a los lectores será el ensayo, y lo hará fundamentado en dos pilares:
- La prosa empleada es sencilla, natural y precisa.
- Su función es hacer reflexionar al lector, no emocionarle.
Desde el punto de vista lingüístico, el auge del ensayo trajo consigo una evidente evolución del castellano ya que, para difundir las nuevas ideas, fue necesario incorporar palabras técnicas y crear otras nuevas, inexistentes hasta el momento. Estos tecnicismos suponen el espaldarazo definitivo al castellano como lengua vehicular en el ámbito filosófico y científico, áreas aún dominadas por el latín, lengua que mantuvo su presencia en los círculos universitarios hasta bien entrado el siglo XIX.
Sin embargo, el ensayo no era el medio de expresión de las ideas más trascendentes; también recogía debates políticos, tratados de agricultura o reflexiones sobre festejos o religión. Su auge y expansión mantuvo alerta a los aparatos censores, quienes trataron de mantener a raya a todas las opiniones contrarias a la ortodoxia en el pensamiento. No obstante, la difusión de los escritos fue imparable, bien siguiendo los cauces oficiales o los clandestinos.
La proliferación de ensayos introdujo a su vez cambios estructurales en las obras literarias, impulsando el prólogo como una sección indispensable, tradición que se extiende hasta nuestros días. Los prólogos son espacios de reflexión donde se incide en el motivo de su aparición, contextualiza al autor y al escrito en la época a la que hace referencia y menciona las fuentes consultadas para dotar a la obra de una mayor credibilidad. En ocasiones, es el propio autor el encargado de escribirlo, a pesar de que también es posible delegar su redacción en una voz autorizada en la materia que haga aumentar su prestigio. Gracias a este género, la profesionalización del oficio avanzará con paso firme.
Los dos referentes de la prosa ensayística de la Ilustración fueron Benito Jerónimo Feijoo y Gaspar Melchor de Jovellanos, autores que ocuparán las dos próximas secciones del presente recurso.