Los periodistas de hoy en día son como enciclopedias andantes. Conocen todo lo que ocurre, piensan sobre nuestras vidas, observan nuestros movimientos, nuestras costumbres... y después las escriben en sus artículos con ese tono "mágico" que, al vernos allí retratados, no nos reconocemos: o nos convierten en ángeles o nos describen como demonios.
Ya lo refería con ironía Larra en su artículo "Un periódico nuevo", publicado en La Revista Española, Periódico Dedicado a la Reina Ntra. Sra., n.º 460, de 26 de enero de 1835:
[...] Inapreciables son las ventajas de los periódicos; habiendo periódicos, en primer lugar, no es necesario estudiar, porque a la larga, ¿qué cosa hay que no enseñe un periódico? Sabe usted por un periódico la hora a que empieza el teatro, y algunas veces la función que se representa, es decir, siempre que la función que se representa es la misma que se anuncia; esto, al fin, sucede algunas veces. Por los periódicos sabe usted de día en día lo que sucede en Navarra, cuando sucede algo; verdad es que esto no es todos los días; pero para eso muchas veces sabe usted también lo que no sucede; no se sabe ciertamente la pérdida del enemigo, pero ésa siempre debe ser mucha; y en cambio se sabe que llegó la noche, porque la noche llega siempre; no es como la libertad, ni como las cosas buenas, que no llegan nunca [...].
Sus artículos son como cuadros de una pinacoteca donde, según nos acerquemos o nos alejemos de la pintura, vemos los distintos aspectos del mensaje. Por eso hay que saber "leer" la información que nos quieren dar mediante sus artículos o "cuadros de costumbres", como el mismo Mesonero Romanos, uno de los principales cultivadores del género, junto al propio Larra.