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6.2.6. Periodismo y literatura

 
Entre los tantos libros de la biblioteca encontré uno con un título en inglés, que yo no recordaba haber visto anteriormente: George Borrow, The Bible in Spain, de 1843. Seguramente era de un extranjero enamorado de nuestro país, que nos haría publicidad entre sus compatriotas. Lo ojeé con curiosidad. En una de las páginas reconocí la letra de mi abuelo. Al margen de un fragmento figuraba esta anotación:
En España pasé cinco años, si no los más interesantes de mi vida, sin duda los más felices. De ella, actualmente, cuando el ensueño ya se ha desvanecido para, ¡cielos! no volver más, guardo la mayor admiración: este es el país más grandioso del mundo entero, probablemente el más fértil y, con seguridad, el de clima más agraciado. Si los hijos son dignos de tal madre, eso ya es asunto que no me esforzaré en aclarar; me limitaré a decir que, entre bastante de lo que es lamentable y que se habrá de reprender he encontrado mucho de noble, de digno de admirar; la virtud más estricta y más heroica; salvajismo, demasiado, y crímenes horribles; vicio despreciable y bajo, muy poco...
Imagen de Carl Nebel en Wikimedia Commons bajo Dominio público
Una vez leído el fragmento, me pregunté cuánto había de realidad en las apreciaciones del extranjero sobre nuestras costumbres.
Imagen de Desconocido en Wikimedia Commons con licencia CC 

Los periodistas de hoy en día son como enciclopedias andantes. Conocen todo lo que ocurre, piensan sobre nuestras vidas, observan nuestros movimientos, nuestras costumbres... y después las escriben en sus artículos con ese tono "mágico" que, al vernos allí retratados, no nos reconocemos: o nos convierten en ángeles o nos describen como demonios.

Ya lo refería con ironía Larra en su artículo "Un periódico nuevo", publicado en La Revista Española, Periódico Dedicado a la Reina Ntra. Sra., n.º 460, de 26 de enero de 1835:

[...] Inapreciables son las ventajas de los periódicos; habiendo periódicos, en primer lugar, no es necesario estudiar, porque a la larga, ¿qué cosa hay que no enseñe un periódico? Sabe usted por un periódico la hora a que empieza el teatro, y algunas veces la función que se representa, es decir, siempre que la función que se representa es la misma que se anuncia; esto, al fin, sucede algunas veces. Por los periódicos sabe usted de día en día lo que sucede en Navarra, cuando sucede algo; verdad es que esto no es todos los días; pero para eso muchas veces sabe usted también lo que no sucede; no se sabe ciertamente la pérdida del enemigo, pero ésa siempre debe ser mucha; y en cambio se sabe que llegó la noche, porque la noche llega siempre; no es como la libertad, ni como las cosas buenas, que no llegan nunca [...].

Sus artículos son como cuadros de una pinacoteca donde, según nos acerquemos o nos alejemos de la pintura, vemos los distintos aspectos del mensaje. Por eso hay que saber "leer" la información que nos quieren dar mediante sus artículos o "cuadros de costumbres", como el mismo Mesonero Romanos, uno de los principales cultivadores del género, junto al propio Larra.

 

Continúa Larra diciendo en su artículo:

[...] En todos los países cultos y despreocupados de literatura entera, con todos sus ramos y sus diferentes géneros, ha venido a clasificarse, a encerrarse modestamente en las columnas de los periódicos. No se publican ya infolios corpulentos de tiempo en tiempo. La moda del día prescribe los libros cortos, si han de ser libros. Y si hemos de hablar en razón, si sólo se ha de escribir la verdad, si no se ha de decir sino lo que de cierto se sabe, convengamos en que todo está dicho en un papel de cigarro. Los adelantos materiales han ahogado de un siglo a esta parte las disertaciones metafísicas, las divagaciones científicas; y la razón, como se clama por todas partes, ha conquistado el terreno de la imaginación, si es que hay razón en el mundo que no sea imaginaria. Los hechos han desterrado las ideas. Los periódicos, los libros. La prisa, la rapidez, diré mejor, es el alma de nuestra existencia, y lo que no se hace deprisa en el siglo XIX, no se hace de ninguna manera; razón por la cual es muy de sospechar que no hagamos nunca nada en España. Las diligencias y el vapor han reunido a los hombres de todas las distancias; desde que el espacio ha desaparecido en el tiempo, ha desaparecido también en el terreno. ¿Qué significaría, pues, un autor formando a pie firme un libro, detenido él solo en medio de la corriente que todo lo arrebata? ¿Quién se detendría a escucharle? En el día es preciso hablar y correr a un tiempo, y de aquí la necesidad de hablar de corrido, que todos desgraciadamente no poseen. Un libro es, pues, a un periódico, lo que un carromato a una diligencia. El libro lleva las ideas a las extremidades del cuerpo social con la misma lentitud, tan a pequeñas jornadas como éste lleva la gente a las provincias. Así sólo puede explicarse la armonía, la indispensable relación que existe entre la ilustración del siglo y la escasez de los libros nuevos [...].

La importancia del periodismo en el siglo XIX es tal que, como dice el autor, asume la publicación literaria como una parte más de sus contenidos. Pero, ¿a qué se debe este desarrollo y esta tremenda influencia social?

Actividad 2

Pregunta

¿Cuál es para Larra la ventaja de la prensa frente al libro?

Respuestas

El poco espacio que ocupa y la posibilidad de llevarlo a cualquier parte.

Su presentación en columnas.

La rapidez de transmisión de la noticia y su capacidad para llegar a todos lados.

Retroalimentación