¿Para qué nos sirve saber argumentar?
La argumentación es el género discursivo o tipo de texto ideal cuando nuestro objetivo es transmitir nuestra opinión, hacer valer nuestras ideas con fundamentos, convencer al otro, ganar su comprensión o, incluso, manipular a los demás...
¿En qué situaciones necesitamos o queremos opinar o convencer al otro de nuestras ideas? ¡En muchísimas! Por ejemplo cuando:
- tenemos un plan al que queremos que nuestros padres nos dejen ir;
- peleamos con un hermano y buscamos que nos den la razón;
- somos un candidato electoral y vamos a dar un mitin;
- publicamos una columna de opinión en algún medio de comunicación;
- hacemos un debate o coloquio en clase;
- escribimos un artículo científico o un ensayo en el que queremos probar una tesis;
- redactamos una demanda o una sentencia con argumentos jurídicos;
- escribimos una queja para que nos resarzan de algún daño;
- necesitamos que nuestros vecinos accedan a gastar dinero en instalar un ascensor;
- pedimos una beca mediante una carta de motivos, etc.
Atención: es importante distinguir los textos argumentativos de los expositivos, pero a veces no resulta sencillo, puesto que las buenas argumentaciones deben ser capaces de exponer hechos objetivos contrastables que avalen su tesis. Entonces, ¿cuál es la principal diferencia entre ambos? Sin duda, la intención comunicativa: cuando producimos textos argumentativos, por muy objetivos que sean o parezcan, siempre buscaremos convencer al interlocutor de nuestra postura; por el contrario, los textos expositivos solo pretenden difundir información veraz y objetiva, sin transmitir la opinión personal del emisor.