Los corrales de comedias eran los espacios en los que tenían lugar las representaciones teatrales durante los siglos XVI y XVII. El hecho de que la comedia nacional tuviera un gran desarrollo y una gran aceptación se debió en gran medida a su carácter comercial y popular, ya que tenían su origen en los patios vecinales.
A continuación, vamos a analizar las diferentes partes de los corrales de comedias que tenían un carácter muy jerarquizado, pues, en función del estamento/grupo social, los espectadores se colocaban en un lugar u otro.
Partes de un corral de comedias
- El patio era el lugar donde los hombres del pueblo, llamados mosqueteros, se situaban. Con sus silbidos o aplausos, eran los que hundían o levantaban la comedia.
- En la denominada cazuela, que estaba al final del patio en la primera planta, se situaban las mujeres.
- Los palcos estaban situados en la primera planta y destinados a los nobles.
- Los aposentos estaban justo debajo de los palcos y al lado del patio. Aquí se sentaban los burgueses.
- El tablado o escenario se encontraba al fondo del patio. Éste solía tener una trampilla para acceder al foso, de donde podían aparecer personajes como el demonio.
- Un toldo tapaba el teatro a modo de tejado. Muchos de estos corrales de comedias estaban cubiertos por un toldo ya que se representaban de día para aprovechar la luz.
Las representaciones en los corrales de comedia
La sociedad española de aquella época, como baluarte cristiano, estaba muy influida por el catolicismo. Y por ello, el calendario de las representaciones y cualquier acto político o lúdico venía marcado por dicha religión. Las representaciones teatrales daban comienzo en el Domingo de Resurrección y finalizaban el Miércoles de Ceniza. No había actividad teatral alguna durante el período de Cuaresma, y es que, cualquier actividad estaba prohibida y penada por la ley durante esos cuarenta días que marcaba la fe católica.
Las representaciones en los meses más fríos, que solían ser entre octubre y principios de mayo, comenzaban a las dos del mediodía. Y en los meses más cálidos, de mayo a septiembre, a las cuatro de la tarde, eso sí, teniendo en cuenta la meteorología del momento. Todos estos espectáculos finalizaban en el ocaso, ya que al no existir aún la luz eléctrica, aprovechaban al máximo la luz solar.
Estructura de la función teatral:
En la Contrarreforma, la Iglesia y la Monarquía utilizaban cualquier excusa para hacer propaganda de su poder, mucho más visible en el arte de esta centuria y muy especialmente se mostraba en el teatro con las loas ya que con ellas se alababan a nobles o se daban mensajes teológicos. Estas loas aparecían al principio de la obra, antes del primer acto que le seguía después. Entre el primer acto o jornada y el segundo acto, se representaba el entremés (de ahí su nombre), que era una pieza de teatro cómico que se representaba dentro de una obra de carácter menos jocoso. Seguidamente, el segundo acto y después de éste, había jácaras y mojigangas, que eran unas danzas con mucho ruido y disfrazados de animales. Por último, se representaba el tercer acto y acababa la obra con un baile final.
Tanto los entremeses como las mojigangas y bailes buscaban la complicidad del público para complacerle y que olvidaran por algunos momentos sus necesidades más básicas que, debido a la decadencia española, obviamente en la mayor parte de la población no estaban cubiertas. Con ello, el teatro cumplía doble función: la función propagandística y la función lúdica.
Dos de las figuras más características de los corrales eran:
- El mantenedor del orden: solía ser un hombre corpulento que podía aplacar al público si este se exaltaba demasiado durante la representación.
- El apretador: era una especie de lo que hoy denominaríamos acomodador, pero con la diferencia que intentaba que todo el mundo cupiese intentando aprovechar al máximo el espacio.