Imagen de Goya en Wikimedia Commons bajo Dominio público |
¡Triste de la nación que deja caer en el olvido las ideas y concepciones de sus mayores! Esclava alternativamente de doctrinas exóticas entre sí opuestas, vagará sin rumbo fijo por los mares del pensamiento, y, como usted con mucho acierto indica, cuando acabe de perder los restos de la ciencia castiza, perderá, a la corta o a la larga, los caracteres distintivos de su lengua, y los de su arte y los de sus costumbres, y luego... estará amenazada de perder también hasta su integridad territorial y su independencia, que, mejor que con lanzas y cañones, se defienden con la unidad de creencias, sentimientos y gloriosos recuerdos, alma y vida de los pueblos. Y ¡cuán cerca de tan desdichada suerte nos hallamos en España! La demolición comenzada en el siglo XVIII, se ha proseguido con ardor creciente en el XIX, amontonando ruinas sin medida ni término.
¿Qué preocupación atenazaba al difunto para subrayar con fruición aquel fragmento? ¿Tendría esto alguna relación con el caso?
En estos momentos siempre me vuelven a la memoria los relatos del abuelo sobre el convulso comienzo de nuestro siglo. Que si la Independencia, Napoleón, Fernando VII...