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Antón Chéjov, a la izquierda, con M. Gorky. Imagen en Wikimedia Commons Dominio público. |
En otros países el género teatral expresa también las inquietudes de la época.
El autor ruso Antón Chéjov (1860-1904) escribe obras maestras desde una perspectiva realista, en las que la ironía y la melancolía se combinan para trazar un retrato crítico de la sociedad. Comenzó escribiendo piezas breves, que eran adaptaciones de sus propios relatos. Pero su creación dramática más original se produce en los últimos años de su vida, con el apoyo de Constantin Stanislavski (padre del célebre "método Stanislavski" de formación de actores). En El jardín de los cerezos aborda el tema, tan actual en la Rusia de entonces, de la lucha entre la nobleza y la burguesía, y en La gaviota afronta la lucha del individuo contra una sociedad opresora. En Tío Vania describe la tristeza causada por una vida carente de expectativas.
Pero la salida a la crisis social y cultural puede ser también la de refugiarse en el ingenio, la elegancia y el esteticismo. Esa es la vía escogida por el irlandés Oscar Wilde (1854-1900), que lleva a escena una serie de comedias burguesas en las que critica la alta sociedad con pose de dandi. El abanico de lady Windermere, Un marido ideal o La importancia de llamarse Ernesto son algunas de las más conocidas.
También era irlandés George Bernard Shaw (1856-1950), que obtuvo el premio Nobel en 1925 y alcanzó gran repercusión como ensayista y difusor de ideas progresistas. Como autor teatral obtuvo también fama con obras como Pigmalión.