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Robinson Crusoe y Viernes, por Carl Offterdingen. Imagen en Wikimedia Commons . Dominio público. |
El siglo XVIII conoce ya unas formas novelísticas innovadoras. Son las primeras manifestaciones de un género que alcanzará su apogeo en el siglo siguiente. La novela de esta época también está imbuida del pensamiento ilustrado, de modo que los relatos de ficción también van a contribuir a ejercer la crítica de ideas y costumbres, así como para difundir ideas filosóficas y morales.
En Francia, François Prévost (1697-1763) experimenta en Manon Lescaut con el análisis psicológico de la pasión amorosa narrado en primera persona; Bernardin de Saint-Pierre (1737-1814) con la recreación idílica del mundo salvaje en Pablo y Virginia, y Choderlos de Laclos (1741-1803) con la novela epistolar en Las relaciones peligrosas.
Los herederos de Cervantes y de la picaresca española en la literatura inglesa:
La narrativa de lengua inglesa de este periodo abre las puertas a la novela moderna y recoge muy claramente la influencia de la picaresca y de Cervantes, que habían dado protagonismo a la realidad más inmediata, sin moralizar desde el punto de vista religioso. De este modo, El Quijote pasa de ser considerado una obra de diversión a ser degustado como un perfecto modelo de sátira literaria y de costumbres.
Daniel Defoe (1660-1731) se inspira en la novela picaresca para su Moll Flanders, obra que narra las peripecias de una mujer para sobrevivir en una sociedad hostil. El mismo autor escribirá Robinson Crusoe, en la que se sirve de la historia de un náufrago que sobrevive en una isla para simbolizar el esfuerzo del hombre en su lucha contra la adversidad.
El irlandés Jonathan Swift (1667-1745) parodia en los Viajes de Gulliver la sociedad de su época, sirviéndose del modelo de la literatura de viajes, muy popular entonces. Gulliver viaja a distintos lugares, como la isla de Liliput, poblada por seres diminutos; el reino de Brobdingnag, habitado por gigantes; el país de los Houyhnms, caballos inteligentes...
Otros autores ingleses siguen el camino abierto por Cervantes, tomando de él elementos como la trama itinerante, la ironía o el protagonismo doble. Samuel Richardson (1689-1761) cultiva la novela sentimental y moralista en Pamela y La Virtud recompensada. Henry Fielding (1707-1754) continúa el género picaresco en Tom Jones, y Lawrence Sterne (1713-1768) experimenta con la reflexión metaliteraria en Tristram Shandy, novela compleja y llena de humor.