La prosa de pensamiento continúa en el siglo XVII con las Máximas del duque de La Rochefoucauld (1613-1680). Después de haber participado en las intrigas de la corte, este autor francés se retiró a escribir sus breves sentencias y aforismos, en los que reflexiona sobre la condición humana desde una perspectiva tan ingeniosa como desengañada.
En la Francia del siglo XVII destaca también la figura del matemático y filósofo Blaise Pascal (1623-1662). Autor de importantes tratados científicos, sufrió una conversión religiosa en 1654 que le llevó a escribir las Cartas provinciales y los Pensamientos. En esta última obra se sirve de un estilo conciso y paradójico para hacer que el lector se plantee a sí mismo cuestiones sobre Dios, el alma y el sentido de la vida humana.
En Italia, el pensamiento utópico de Tomás Moro tuvo continuidad en La imaginaria ciudad del sol, del monje dominico Tommaso Campanella (1568-1639), que describe una sociedad teocrática, inspirada por un ideal de tipo comunista.
También es destacable la prosa de Galileo Galilei (1564-1642). Además de sus aportaciones al desarrollo de la ciencia, Galileo se ocupó también de temas filosóficos y literarios.