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No estamos solas

La exclusión genera burn-out

"No somos educadores"

Con demasiada frecuencia nos escuchamos decir por nuestras propias bocas, igual que a otros miembros del claustro, eso de: “solo somos profesores, no educadores”. 

De tal manera, se pretende limitar la acción tutorial compartida a la transmisión de contenidos en el aula, además de externalizar las tareas de educación social a las propias familias, tengan o no recursos para hacerlo, así como a los servicios sociales municipales o los organismos de la administración autónoma: el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ) o el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), entre otros.

¿No había que dejar que interviniesen otros agentes? Cierto, pero el trabajo social consiste en coordinarse para fortalecer las capacidades de las personas. No es lo mismo externalizar que coordinarse.

Así pues, la frase vergonzante suele darse, precisamente, cuando nos ha desbordado la carga de trabajo, porque no hemos diseñado la coevaluación, tampoco la ayuda entre pares, ni guiado la autocorrección, ni organizado la docencia compartida, aún menos previsto la intervención del voluntariado en la comunidad de aprendizaje.

Docencia solitaria

De distinto modo, la actuación solitaria de docentes comprometidos con la situación de su alumnado, sin contar con el apoyo del equipo educativo, el departamento de orientación y la dirección del centro, se convierte en un riesgo para nuestra salud mental. Aun cuando estuviéramos a salvo de la ansiedad o el exceso de trabajo, hay que tomar conciencia del  sentimiento de desamparo y la inseguridad real que la actuación individual, lo queramos o no, produce en nuestras mentes colmeneras.

Diréis con razón: si el diseño ABP se convierte en un riesgo, mejor será continuar con los métodos tradicionales. Pero el burn-out (cf. la web de Salud Laboral, 2019) no afecta más a quienes trabajan por proyectos, sino todo lo contrario. Es el resultado de la falta de coordinación en los equipos educativos, la burocratización del trabajo en los departamentos, la disgregación del Claustro en grupos excluyentes, debido a la carencia de una cultura inclusiva en el centro. Tened en cuenta que los protocolos no son planes: protegen a posteriori, en vez de prevenir y curar con antelación.

El supuesto de que cada docente sea señor feudal de su aula, bajo el único control de la cadena de mando: departamento, dirección e inspección educativa, nos acaba dejando a solas ante cualquier conflicto realmente grave. Da igual que trabajemos por proyectos o por soleares. Las bajas ocasionados por el ejercicio aislado de la docencia, el sentimiento de desprotección y de inseguridad son un hecho estadístico innegable (cf. Educaweb, 2021).