Cuestión de educación
¿Solamente un contrato de aprendizaje?
A lo largo de los bloques anteriores hemos ofrecido pistas para añadir relevancia al proyecto a los ojos del propio alumnado. Con tal fin, se ha prescrito que la fase inicial de su puesta en práctica consista en un análisis participativo de problemas, por cuyo medio se consiga establecer un auténtico contrato de aprendizaje, reflejado en las grandes líneas del diseño y en la rúbrica de evaluación.
Pero sería un error considerar que el proyecto vaya a tener éxito simplemente por respeto a una relación contractual de carácter semejante a una empresa. En tal caso, su objetivo primordial seguirá siendo ganarse una nota, de acuerdo con preconceptos y expectativas ajenas al aprendizaje: desde una matrícula a un simple aprobado. Salgamos del marco de referencia del aula sometida al dominio del profesor, para ponernos en los zapatos de nuestro alumnado, con personalidades y competencias diversas.
Narrativa con misiones asumidas
Como nos ha explicado Juanjo Vergara, un proyecto es un relato, mientras que el diseño del proyecto consiste en una narrativa de impacto público. Aunque no pretendamos lograr que el proyecto transforme la realidad social por sus consecuencias, sin duda tendremos que aspirar a cambiar la cultura de nuestro alumnado, gracias a las misiones que han asumido y las producciones que han creado.
Hemos puesto muchos ejemplos, pero quizá sirva para entenderlo el proyecto Naturautas y el producto final al que se dirige: el Diario naturalista. La constelación de blogs del alumnado no ha sido una mera simulación, pero ha estado siempre bajo el conocimiento y la atención de sus tutores legales, madres y padres. Su impacto ha sido real, en el marco de la comunidad de aprendizaje. Ha pasado a formar parte de los recursos recomendados por la red Teachers For Future Spain, de forma gratuita e incondicional. Ellas y ellos lo han logrado: son también aquello que han investigado, reflexionado y aprendido.
Cuestión de identidad, no de likes
Así pues, la relevancia del proyecto no estriba en el aplauso público, sino en asumir uno de los desafíos de nuestro tiempo y bosquejar el perfil de salida de nuestro alumnado. No caigamos en la trampa de medir los “me gusta” de los productos finales en los medios sociales. La clave de la publicidad de un proyecto consiste en que llegue a configurar la identidad digital de cada estudiante, en vez de permanecer en el cajón de las apariencias, circunscrito a la faceta académica de su vida, esa que se desprende como una piel cada año.
Para conseguirlo, lo vivido tendrá que pasar por su timeline, ayudar a que se sienta incluida y convertirse en prenda indispensable. ¿Qué ocurre? ¿Os parece superfluo? Digámoslo con otro vocabulario: que los contenidos pasen por su conciencia, les introduzcan en un mundo social reglado y les hagan realmente partícipes como resultado de sus propias decisiones.
Cuestión de sabiduría: un acontecimiento memorable
Sin duda, nuestro objetivo es conseguir que los contenidos del proyecto, todos ellos curriculares: nociones, procedimientos, actitudes y valores, se incorporen a la memoria a largo plazo. Es inevitable sospechar que para eso nos serviría mejor un libro de texto con sus lecciones y sus ejercicios bien ordenados. Habrá experimentos que lo demuestren en ensayos individuales, pero la experiencia pedagógica global es muy distinta.
¿Cabe la memoria de por vida en el cerebelo, como resultado de prácticas automatizadas, o se necesita tender redes neuronales que comprometan nuestra comprensión, nuestro lenguaje y nuestra voluntad? No basta con cumplir formalmente reglas procedentes de la instrucción directa, ni con la repetición de rutinas de pensamiento, aunque sean indispensables como medios para el desarrollo cognitivo.
Hay que abordar los retos contemporáneos, aprender a razonar con lógica y narrar nuestra experiencia de modo que sea memorable, en el marco de un proyecto donde creamos conocimiento y ejercemos la voluntad. Nos lo han pedido todas las personas que han aportado sabiduría a este planeta, desde Sócrates o Lao-Tse hasta Malala o Jane Goodall.
Cuestión de actitudes
La mayor parte de nuestra memoria consiste en una enorme densidad de conexiones que remiten a la nube digital, pero han dejado conceptos, algoritmos, reglas, metáforas y espacios mentales en nuestros cuerpos, como fruto de nuestra actividad.
El mundo de nuestras vidas (Lebenswelt) se ha ampliado enormemente:
- los medios para comunicar y razonar en todos los lenguajes disponibles para el ser humano (competencia comunicativa lingüística, competencia digital, competencia matemática, competencia en conciencia y expresión culturales)
- las capacidades de reconocer y cuidar la biodiversidad en ecosistemas que deben tratarse con cuidado, curiosidad investigadora y espíritu contemplativo, como fuente de reconciliación y bienestar (competencias en ecología y naturalismo; cf. currículo ecosocial de TTF);
- la complejidad del mundo físico y de la tecnología, junto con los procedimientos para producir espacios humanos inclusivos y humanizar los espacios naturales conservando su diversidad (competencia matemática y competencias en ciencia, tecnología e ingeniería)
- una economía que permita y garantice el desarrollo humano de toda la sociedad, sin repetir los mitos de la destrucción creativa, ni prolongar el crecimiento depredador (competencia emprendedora)
- nuestras identidades en distintos roles sociales, de lo que se ocupa la competencia personal, social y de aprender a aprender, de modo que podamos vivir con coherencia y aceptar la diversidad que nos constituye: "otras, otros y otres que hay en mí";
- las lenguas que aprendemos a lo largo de la vida configuran la competencia plurilingüe, junto con estrategias para seguir mejorándolas, aprender otras nuevas y valorar su riqueza, comenzando por las variantes dialectales y sociales en nuestras lenguas maternas;
- las culturas y los mundos sociales de que participamos, que integran la competencia en conciencia y expresión culturales, de modo que podamos cruzar entre etnias, territorios, géneros, sin tropezar en las fronteras, no solo como consumidores sino como creadores.
Sin embargo, las actitudes no se pueden multiplicar por acumulación. Cuando tenemos que practicar la ciudadanía, no solo en un marco político, sino también en un entorno profesional, nos apoyamos sobre el conjunto de nuestro cerebro y, en amplia medida, sobre el sustrato que nos ha proporcionado la educación modelizadora y nuestras tomas de postura a través de proyectos de impacto:
- participar en la vida como coprotagonistas,
- convivir con las diferencias,
- amar la diversidad,
- incluir todas las especies,
- cuidar lo que se conoce y respetar lo desconocido,
- resolver problemas relevantes.
Sé tú quien fortalezca esa confianza básica hasta la edad adulta. ¿Quién dijo que la educación terminaba en Primaria?