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Situaciones inclusivas de aprendizaje: proyectos de libertad

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Situaciones de aprendizaje en la tradición pedagógica

Situacionismo

En la tradición francesa, el término situations d'apprentissage se enraiza en la filosofía situacionista y en la renovación social y existencial que supuso el llamado Mayo del 68. Con el concepto de situación se quería definir que la vida era moldeable por la acción humana colectiva, lo que supone un riesgo de manipulación por la economía y la ideología: el espectáculo (Debord, 1967). Sin embargo, esa disponibilidad de la vida para construir situaciones nos hace capaces de una intimidad enriquecedora (Vaneigem, 1967). Se puede construir situaciones, pero no se puede dominar las conciencias, aunque nos lo parezca por deformación mental, e incluso profesional (cf. Meirieu, Frankenstein educador, 1996).

Frankenstein educador

Philippe Meirieu ha argumentado en distintos libros acerca del fracaso educativo inevitable en la figura del doctor Frankenstein, educador: el agente adulto o dominador que confunde la relación comunicativa con las personas educandas con la fabricación de un objeto (Pigmalión, el Golem, Robocop). El empeño en reificar, cosificar, reducir la personalidad del alumnado a una construcción programable impide tomar conciencia del diálogo en que consiste el proceso de enseñanza y de aprendizaje. La libertad irrebasable de la persona en el cara a cara no puede ser limitada, ni aun por todos los conocimientos sobre psicología y sociología educativas que emplea el Frankenstein educador por su bien. Tampoco el avance de las neurociencias y de la tecnología educativa nos han acercado a la realización de ese mito indeseable, sino que ponen en riesgo la consecución de nuestros proyectos educativos y nuestras programaciones, debido a esa especie de soberbia propia del capitalismo tecnocrático (Meirieu, "El futuro de la pedagogía", 2021).

Cierto que la transmisión de la memoria cultural es necesaria para la supervivencia individual y para una vida digna de ser vivida en una sociedad a la medida humana. Pero el supuesto de que sea posible sin respetar, conocer y aceptar la libertad del alumnado, nos ha arrastrado a olvidar la Historia de la pedagogía, e incluso a despreciar la tradición pedagógica. En sentido contrario, la hiperpedagogía, en términos de Meirieu (2021, 73), pretende prescindir de la tecnología y que la educación se convierta en una relación privada entre educadores y familias en escuelas perfectas, sin aceptar el marco de la educación pública y las condiciones de una socialización sana: una civilización del cuidado. 

Competencia profesional

De otro modo, la pedagogía —convertida en didáctica al servicio de la educación pública— nos ayuda a diseñar situaciones de aprendizaje viables, porque quienes educamos asumimos el contexto social como parte del currículum y aceptamos la libertad y el acervo cultural del alumnado como un valor, en vez de convertirlos en obstáculos.  Creo que tenemos que asegurar el derecho del niño a ser diferente y a parecerse.

Una escuela inclusiva es una escuela que reconoce que cada uno es diferente pero que reconoce, al mismo tiempo, que todos están llamados a compartir los saberes y que son fundamentalmente similares y que vamos a poder compartir las cosas (Meirieu, 2021, 79).

Perrenoud (Diez nuevas competencias para enseñar, 1997-98), por su parte, explica que el diseño de situaciones de aprendizaje solo es posible por la adquisición de una competencia profesional fundamental —la primera entre las diez, sin la que sería imposible el oficio docente. No basta con negar la tarea educadora para que desaparezcan nuestras obligaciones, el contexto se adapte a nuestros mandatos y el alumnado renuncie a su personalidad y su libertad. Las situaciones se construyen en relación interpersonal con una comunidad educativa: alumnado, familias, equipos educativos.

Nunca será innecesario aprender a enseñar y aprender del aprendizaje, a diferencia de los hábitos del abuelo, transmitidos por simpatía. En tales condiciones solo se consigue excluir a una parte del alumnado, culpable de antipatía. De hecho, culpar a la infancia de ese fracaso es prueba de incompetencia, por habitual que sea —cada vez menos.

La construcción social del conocimiento

El modelo de situación de aprendizaje en la legislación española, sea cual sea la comunidad autónoma, los decretos y las órdenes que desarrollan el currículum, coincide en considerar imprescindible:

  1. la creación de un producto final, de acuerdo con el pragmatismo educativo que ha dado lugar al Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP: Dewey, Kilpatrick)
  2. el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA): la comprensión de la diversidad como riqueza y recurso, de modo que la organización escolar se adapte al alumnado en vez de imponer barreras a su aprendizaje
  3. la evaluación continua, global y formativa, que facilite la inclusión de todo el alumnado a través de una retroalimentación continua y una secuencia de borradores hasta lograr el producto final

La situación de aprendizaje en nuestro modelo se basa en el diálogo con el alumnado, frente al enfoque autoritario y dirigista de la enseñanza como instrucción directa en un solo sentido. Pero también asume la construcción social del conocimiento, por cuanto el aprendizaje se realiza en grupo y necesita acompañamiento y retroalimentación. La validez del aprendizaje se verifica en el proceso de crear un producto con impacto público: un servicio, una intervención, una actuación o performance. La educación nos prepara viviendo en democracia para vivir en democracia (Dewey, 1916).

SA = ABP+DUA

¿Por qué ABP? Su valor reside en que forma una constelación con toda la didáctica que convierte al alumnado en protagonista de su aprendizaje y nos enseña a focalizar el interés sobre la realidad social y sobre el construcción social del conocimiento: el universo no es objetivo, sino intersubjetivo.

Así pues, en este libro no os presentamos un solo modelo o formato, ni siquiera una metodología en pugna con otras por el mercado educativo. Pretendemos aprovechar todas las pedagogías con valor inclusivo, tanto las realmente novedosas, porque responden a contextos sociales antes inéditos, como las que se basan en la remodelación de la Escuela Nueva desde hace más de un siglo (Brailovsky, 2018). Incluso lo más innovador, como la educación ambiental en atención a la emergencia climática, se funda en la cultura naturalista de la protección al medio ambiente en el mundo anglosajón y la literatura contemplativa en el mundo latino (Joaquín José Martínez Sánchez, Naturautas). En una red modélica de aprendizaje docente como Teachers For Future Spain se reconocen los perfiles de un Movimiento de Renovación Pedagógica en el siglo XXI, que da cabida a propuestas didácticas de diversos métodos, con tal que coincidan en concienciar, liberar y socializar al alumnado (María del Mar Sánchez y Patricia Vicent, 2023).  

Una metodología centenaria

El ABP es una metodología centenaria, que ha adoptado tantos formatos como han sido oportunos y necesarios en razón de los contextos y las necesidades sociales: aprendizaje por descubrimiento o indagación, aprendizaje basado en problemas, retos o factorías, talleres creativos, proyectos cooperativos o colaborativos, proyectos STEAM, investigación-acción, Aprendizaje-Servicio, Educación para el Desarrollo (EPD), Educación Transformadora para la Ciudadanía Global (ETCG), Design Thinking, Flipped Learning, proyectos gamificados, educación expandida, educación ambiental y currículum ecosocial, entre otras versiones u oportunidades que revisaremos a continuación. 

Sin embargo, el modo de hacerlo no consiste en llamar proyecto a cualquier didáctica basada en la buena voluntad del profesorado para sustituir a los libros de texto. Muy importante: el ABP no es una improvisación. Se ha sometido durante un siglo a la investigación pedagógica para calibrar su eficacia (cf. Lafuente Martínez, 2021). No es una colección de actividades, ni una mera adaptación de unidades didácticas al formato impuesto por la legislación: las situaciones de aprendizaje.

Pedagogías emancipadoras

Recurrir al ABP y las metodologías afines significa salir del circuito impuesto por las editoriales y por empresas que pretenden recuperar el modelo de instrucción directa, con el complemento de una lista de buenos consejos para facilitar la inclusión. El anclaje en el ABP nos permite reconocer la validez de experiencias pedagógicas desde hace más de un siglo:

  • los ambientes preparados por María Montessori, con el propósito de favorecer las experiencias de aprendizaje autónomo desde la primera infancia
  • las imprentas de Célestine Freinet, donde el alumnado monta la imprenta y fabrica el papel, además de escribir, dibujar y publicar, como artesanas y trabajadoras autogestionarias; cuyo parangón actual serían los talleres de creación digital con recursos de cultura libre
  • las escuelas colectivas de Makarenko frente al individualismo de la Escuela Nueva, que convierten la escuela en una cooperativa de producción, como el Aprendizaje Basado en Factorías digitales
  • los círculos de cultura de Paulo Freire, que tematizan las palabras generadoras de una conciencia humana y ciudadana, de modo que las personas accedan a la cultura como prosumidoras, en vez de consumidoras; comparables a las comunidades de cultura participativa, según Henry Jenkins, en nuestros alfabetos mediáticos: medios sociales, videojuegos
  • los talleres de lectura y escritura promovidos por los MRP (Movimientos de Renovación Pedagógica), que dedican un curso entero a un proyecto de iniciación en todas las dimensiones de un género literario o de los géneros periodísticos, hasta concluir en la edición de los libros producidos
  • los c-MOOC (conectismo), que utilizan todas las plataformas y los medios sociales para propiciar el aprendizaje de una masa de personas en redes cibernéticas, a semejanza de los transmedia en las culturas contemporáneas, cuando nos cuentan una historia en distintos medios y nos hacen partícipes de su creación
  • la comunidad de aprendizaje (CREA) y la escuela de aprendices (Marina Garcés), que conciben a todos sus miembros como agentes educativos de un diálogo real, tanto al profesorado que diseña las interacciones, como al alumnado que las crea y recrea, a una red de voluntariado que participa en la experiencia y a las familias que acompañan el itinerario de sus hijas e hijos

Todas esas propuestas pedagógicas, y otras que tendrás en mente, coinciden en el propósito de cambiar la organización del aula y de la escuela misma para hacer posible un aprendizaje guiado, progresivamente autónomo. 

Ninguna pedagogía viable ha propugnado matar a las maestras (en su mayoría), salvo la antipedagogía tras los golpes de estado fascistas en España o América Latina, las purgas estalinistas o la revolución cultural en China. Muy de otro modo, la docencia es imprescindible para desplazar el foco de la enseñanza:

  • desde la provocación de interés y la instrucción que ayuda a estructurar el conocimiento y enseña a hacerlo, usando estrategias cognitivas
  • hacia el aprendizaje cooperativo y creativo en un ambiente profesional, socialmente reconocido y no sometido a la angustia de la precariedad permanente.

El punto medio de ese fin consiste en el reconocimiento y la autoestima del alumnado sobre sus capacidades; no solo la de unos pocos elegidos para el liderazgo. Si se pone tanto énfasis en el pensamiento estratégico (las técnicas de estudio de toda la vida), tanto que se olvida el fin de la educación, solo conseguiremos reproducir los patrones del individualismo exacerbado y el éxito a través de concursos basados en la exclusión.

Pues bien, ese olvido voluntario es la marca de agua de la ultraderecha antipedagógica sobre la didáctica neoliberal en las últimas décadas: la cultura del esfuerzo y la meritocracia (cf. Colectivo DIME, 14/11/22; David de la Rosa, 16/12/22; Pedro Mellado, 19/5/23; María Montero, 27/6/23; Manuel Fernández y Albano de Alonso, 28/6/23; Jordi Adell, 9/7/23). La concepción de la biografía como un cursus honorum, el currículum (derivado de cursus y currere) como un capital acumulable y la carrera de la vida (traducción literal de currículum vitae) como un concurso (entre corredores) disfraza el hecho de que el estatus social está determinado por el origen y por la inmoralidad de los pecados capitales (dos, no siete): poder y dinero.

Educar consiste en socializar al alumnado para que participe de una mesa común: la comunidad en la que interactúen como servidores y servidas al mismo tiempo (Nuria López Roca, 16/5/23; Joaquín Martínez, Pili Biarge, Nuria López, Olga Elwes, David de la Rosa, Rafael Navarro Zaá, 18/5/23). Ciertamente, para que la sociedad de los bienes comunes se haga realidad es necesario un currículum que garantice la igualdad de oportunidades y el conocimiento agregado por distintos mundos sociales: la democracia, las ciencias naturales y sociales, la filosofía, la ética y el derecho, la economía, la tecnología (María del Mar Sánchez y Jordi Adell, 24/7/23; cf. la escuela de Frankfurt hasta Jürgen Habermas o el ecofeminismo).

Pero ningún conocimiento tiene sentido si no se enseña como contenido de las prácticas del cuidado y de la cooperación, que solo se pueden aprender en las escuelas y los institutos de la educación pública universal. Las familias solas no pueden, las instituciones tradicionales (conservadoras, patriarcales) no quieren. Las corporaciones del extractivismo y el crecimiento infinito: financieras, energéticas, militaristas, incluso los Estados absorbidos o colonizados por sus intereses, quieren impedirlo.

La instrucción directa como medio

Así pues, necesitamos que uno de los componentes del proceso de enseñanza y aprendizaje sea la agencia instructiva del profesorado en relación directa con el alumnado. Pero será tanto más eficaz cuanto mejor atienda a las condiciones del aprendizaje visible (Hattie, Visible Learning, 2009 hasta la fecha), cuya gestión combinada consiste, precisamente, en diseñar una situación inclusiva de aprendizaje:

  • coordinar las intervenciones del profesorado en un proyecto educativo 
  • alimentar las expectativas del alumnado y del profesorado
  • practicar la retroalimentación centrada en la tarea
  • dirigir el aprendizaje por medio de guías, guiones y rutinas cognitivas, hasta que sea autónomo
  • tener en cuenta los aprendizajes previos y los intereses del alumnado 
  • gestionar el aprendizaje cooperativo con estrategias como el rompecabezas
  • organizar una comunidad de aprendizaje, que permita generar diálogo sobre la tarea y acompañar el aprendizaje de forma personalizada
  • evaluar las prácticas de enseñanza, no al final del proceso, sino durante su transcurso
  • transferir el aprendizaje desde el contexto del aula a un evento público: servicio, intervención, performance

Dicho de otro modo, la instrucción directa en el marco de un proyecto, dirigida a pequeños grupos y contextualizada en una práctica que permite autoevaluar la eficacia de la tarea, es infinitamente más eficaz que la lección masiva a un grupo numeroso sin diálogo ni retroalimentación. Desgraciadamente, cuando se resucita la instrucción directa como marco de la didáctica se consigue prolongar la vida del magisterio tradicional: ejercicios, problemas, lecturas fragmentarias y dictados.

Una lógica: el ciclo del proyecto

El ABP tiene una lógica, se organiza en un ciclo (cf. Trujillo, 2023). Mejor dicho, habría que engarzar dos ciclos que ocurren sucesivamente y, a partir de que el alumnado entra en juego, se solapan: el proceso de diseñar el proyecto (por ejemplo, en un curso o un equipo educativo) y el ciclo de su puesta en práctica, que reproduce de forma acelerada en las primeras fases la deliberación y las decisiones del diseño docente. Este último es el que se reproduce en la siguiente infografía. 

Joaquín José Martínez Sánchez. Ciclo performativo de un proyecto en el aula (distinto al proceso de su diseño) (CC BY-SA)

Evaluación de principio a fin

Como es lógico, cuanto mayor sea la autonomía del alumnado y su experiencia en el ABP, mayor será su participación en el diseño propiamente dicho del proyecto: el ciclo inicial que llamamos aquí "Arranque", así como la evaluación del diseño del proyecto en la fase final.

En cuanto a la evaluación del aprendizaje, no puede dejarse para el final, sino que forma parte de todas las fases que constituyen la ejecución del proyecto:

  1. arranque (evaluación inicial, creación del portafolio o diario de aprendizaje, propuesta de la rúbrica)
  2. exploración (mapas conceptuales, cuestionarios)
  3. preparación (prototipado, revisión de la rúbrica, diseño de guiones)
  4. fabricación (guía de acciones: algoritmos o diagramas de flujo, secuencia de borradores del producto final, coevaluación en el grupo)
  5. producto final (ensayo, coevaluación entre grupos)
  6. plan de impacto (guion de la performance)
  7. evento público (evaluación externa)
  8. evaluación del proyecto (cuestionario, guía para la reflexión, propuestas)

En todas esas fases es necesaria la retroalimentación al alumnado, no solo por la docencia, sino por sus pares en el equipo, otros equipos y el público o las personas beneficiarias. 

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Información general sobre este recurso educativo
Título Situaciones inclusivas de aprendizaje
Descripción Una guía para el diseño de situaciones inclusivas de aprendizaje de distintos tipos, en forma de proyectos y de acuerdo con el DUA
Autoría Joaquín José Martínez Sánchez - Colectivo DIME: Nuria López Roca, José Luis Trujillo, María Montero, David González Gándara
Licencia Creative Commons BY-SA 4.0

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