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¿Somos libres?

Desde dentro tenemos la sensación de ser libres , o al menos, así nos lo parece. Nos quejamos de que nos "obligan" a venir al instituto, a volver a casa a una hora, a estudiar, a recoger la habitación y un sinfín más de ejemplos cotidianos. Sin embargo, y a pesar de nuestras quejas, estamos íntimamente convencidos de que hacemos lo que hacemos porque queremos: al fin y al cabo, siempre tenemos la posibilidad de no ir al insti, de no recoger, de desobedecer a mis padres. Lo hacemos porque queremos pero a regañadientes. Ay si un día nos diera la gana de liarla...

libertad

El problema está en que desde fuera no encontramos ni rastro de esa libertad que desde dentro nos parece tan evidente. Freud nos enseñó que actuamos movidos por el inconsciente, que maneja nuestra conducta entre bastidores y no nos damos cuenta de ello; creemos que nos enamoramos porque así lo elegimos y, sin embargo, los neurocientíficos nos explican que el estado de enamoramiento es una fiesta de dopamina transitoria que organiza nuestro cerebro; creemos que decidimos mover un brazo cuando así lo decidimos y resulta que, según los experimentos de Benjamin Libet, la decisión de realizar una acción se toma unos nanosegundos después de que el cerebro lance la orden. Es muy desconcertante y da que pensar. 

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