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4.2.2.2. Arniches y la tragedia grotesca

 
[...] Me recogió una tía carnal, hermana de mi padre. Su propósito era el de costearme la carrera de Derecho, que, en aquellos tiempos, era el título obligado y necesario para triunfar en la vida, en la política, en los negocios, en todo... ¡Comprenda usted mi desesperación! Porque maldita la vocación que sentía yo por el foro ni maldito el interés que me inspiraba Justiniano ni las Pandectas. Yo no tenía más deseos que los de escribir, escribir mucho... Llevaba yo el morbo literario metido en la médula. Y...

—¿Cómo resolvió usted el conflicto?

—Pues haciendo lo que no se hace más que cuando se tiene veinte años. Valiente y heroicamente seguí mi vocación literaria y rompí con las leyes; claro está que ello me supuso perder la protección de mi tía... Cada vez que lo recuerdo, créame usted, me asusto de lo que hice y me pasma la decisión que tuve. No precisaré añadir que quedé completamente desamparado y en una situación económica desastrosa. Entré de redactor en El Diario Universal, pero con lo que allí ganaba no tenía apenas para comer [...].

Actividad 1

ESCENA VI
Doña Melitona, Doña Herminia, Leopolda, Tulita, Charito, Beba. (Salen segunda izquierda.)
Doña Herminia: ¡Vaya, vaya si estaréis contentas, hija!
Doña Melitona: ¡Figúrate!
Doña Herminia: ¡El de hoy ha sido un espectáculo emocionantísimo!
Leopolda: ¡Yo aún tengo las lágrimas en los ojos!...
Beba: ¡Y yo!...
Charito: ¡Y nosotras! (A parte, a las chicas.) ¡Como que nos ha hecho llorar de risa el frac de don Saturiano!
Tulita: ¡Calla, no te oigan!
Doña Melitona: ¡Pues figuraos nosotras cómo estaremos de conmovidas!
Leopolda: ¡Ah, sí; don Saturiano va camino de los más altos puestos!
Doña Melitona: Si la suerte nos ayuda otro poco, desde luego.
Doña Herminia: ¡Verdaderamente, lo vuestro tiene un mérito loco, hija! Porque, ¿qué erais vosotros? ¡Nada!... Tu marido, un infeliz chupatintas, y tú, hija de una humilde lavandera.
Charito: ¡Uy, ¿de una lavandera?
Tulita: ¿Pero de esas de lavar ropa?
Doña Herminia: ¡Sí, ropa... ropa sucia, hija mía! ¡Qué mérito!, ¿eh ?
Charito: ¡Sí, porque lavar debe ser dificilísimo!
Doña Herminia: ¡Digo, elevarse desde esa baja condición! Yo se lo cuento a todo el mundo, porque eso te honra, te enaltece. ¡Ah, y su abuelo vendía cangrejos!
Charito: ¿De mar o de río?
Doña Melitona: ¡De lo que saliera, hija!
Doña Herminia: ¡Qué mérito, qué honor! Yo no me canso de decirlo por todas partes.
Doña Melitona: Ya lo sé, Herminia; ya lo sé; pero no creas que en ese mérito nos vais en zaga, porque tu marido - acuérdate - era hijo del tío Pepe, el Rosquillero...
Beba: ¡Uy, el rosquillero!
Doña Melitona: (A Charito.) Tanto, que cuando tu padre empezó a hacerle el amor a tu madre, en vez de decir que le hacía la rosca, decíamos sus amigas que le hacía la rosquilla. ¡Qué buen humor teníamos entonces! ¿Te acuerdas ?
Doña Herminia: (Muy seria.) Sí; pero recordarás que, en cambio, mi familia...
Doña Melitona: Tenía mucho más mérito, ¡ya lo creo!... (A Charito.) A tu abuelo le llamaban el tío Blas, el Cebadero... ¡Vendía la mejor cebada de Soria!...
Beba: ¿Pero cebada de esa...?
Doña Melitona: ¡Sí, de esa de las caballerías, hija!... De la auténtica.
Doña Herminia: Pero, por lo visto, no recuerdas que mamá...
Doña Melitona: ¡Sí, era guapísima, ya lo creo! Y se enamoró de ella un médico, que era un tarambana. Dejó sin granos a tu abuelo en quince días; pero tu madre estaba loca por él, y les ocurrieron una de peripecias... (Esto lo dice confidencialmente, como para que no lo oigan las niñas.) Se escaparon, estuvo depositada, te tuvo a ti, luego se casó...
Doña Herminia: (También confidencial.) No, perdona; no involucres; se casó, luego me tuvo a mí...
Doña Melitona: (A Leopolda, casi al oído.) Sí, pero a los dos días, ¡No valía la pena de una rectificación! (Alto) Y yo, hija, estos pormenores se los cuento también a todo el mundo, porque no sería justo, queriendo tú enaltecerme a mí, refiriendo detalles de mi vida humilde, que yo tuviera callados los tuyos. Ya sabes cómo te quiero.
Doña Herminia: No haces más que corresponder a mi afecto. Somos amigas desde la infancia. Es decir, solo dejamos de tratarnos cuando estuviste de corista con aquella compañía de zarzuela... A ésta se lo he referido.
Charito: Sí; mamá me ha contado muchas veces que ha sido usted señorita del conjunto.
Doña Melitona: Sí, hija; tenía afición al canto, y como no teníamos recursos...
Doña Herminia: Y como los padres son tan raros, pues no querían que yo me tratase con gente del teatro.
Leopolda: ¡Ay, no sé por qué, hija, porque yo tengo oído que las hay buenísimas!
Doña Herminia: Sí; pero aquello fue breve. Tuvo que dejarlo. No servía. ¡Tenía muy poca voz!...
Charito: ¿Poca voz doña Melitona, mamá?... Será cantando, porque así, en lo corriente...
Doña Herminia: En seguida volvió a reanudarse nuestra amistad, y hoy la suerte nos ha unido de nuevo, aunque a tí te ha favorecido con mayor fortuna; porque, al fin, eres directora generala, tienes auto, excelencia...; en fin, que puedes cantar victoria.
Doña Melitona: Sí, hija, y la canto; con poca voz, pero la canto.
Beba: (¡Ay, que se la ha devuelto!)
Leopolda: (Cállate, hija, que ya sabes lo que nos ha dicho papá: que nosotras, neutrales.)
Este divertido fragmento es el inicio de la sexta escena del primer acto de El Señor Badanas, tragicomedia en tres actos. Su argumento es muy sencillo: se trata del ascenso social de don Saturiano García Badanas, un apocado funcionario que llega a director general de Carreteras Asfaltadas y Secundarias, al tiempo que se le condecora con las envidiables Grandes Cruces. La razón de su encumbramiento no es otra que su carácter pusilánime, el cual es manejado por su mujer y su cuñado para su beneficio. Él, en verdad, es un buenazo que, cuando se da cuenta de las injusticias que comete, se arrepiente. Es lo que le lleva, junto a su última víctima —Carrascosa—, a la desesperación vital. Aunque, como en todo el teatro de Arniches, al final todo acaba bien.
 
Con esta obra, su autor continúa un procedimiento teatral propio, ya probado en Es mi hombre y La locura de don Juan, el de tragedia grotesca. ¿En qué consiste? ¿Cuáles son sus características? ¿Cuáles de ellas podemos apreciar en el fragmento?

Para saber más

La figura de Arniches y su obra influyen en la obra de autores de la posguerra, sobre todo su teatro grotesco.

Actividad 2

Relaciona las fechas que se te ofrecen con las obras siguientes.
  • 1916.
  • 1917 
  • 1920.
  • 1924
  • 1931.
  1. Los milagros del jornal:
  2. La heroica villa:
  3. Los caciques:
  4. La venganza de la Petra:
  5. La señorita deTrévelez:

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