![]() |
Imagen de Christen Købke en Wikimedia Commons bajo Dominio público |
Yo estaba en la edad de la originalidad. Pero España era un molde, una cuadrícula férrea donde los niños aprendían caligrafía, los adolescentes aprendíamos obediencia y el pueblo ordenaba su calendario laboral. Se acabaron los excesos.
Algo parecido ocurría en mis investigaciones del siglo XVIII.
Frente a la estética anterior del Barroco, con sus excesos y contradicciones, se va a imponer en este periodo el concepto del "buen gusto". Y para llegar a este concepto, se cree necesario huir de la originalidad e imitar a los antiguos autores grecorromanos. Es lo que se denominó Neoclasicismo, una vuelta a los valores clásicos de la naturaleza y la razón. Lo bello es lo natural y ello lo hace razonable. La armonía surge de la relación perfecta entre el hombre y la naturaleza a través de la razón.
El Neoclasicismo busca reflejar la relación del hombre con su mundo a través de la crítica. La razón es la base del arte y la que ha de establecer sus reglas. La perfección artística ha de ser imitada. Y en este contexto, lo sentimental y lo individual queda fuera de lo bello. Así, artes como la literatura, en especial, la lírica, que de por sí representa una manifestación individual, se considera como obra menor y tiene poco desarrollo en este periodo. La literatura se utiliza, sobre todo, para la crítica, la sátira y el ensayo o reflexión sobre diversos asuntos: política, filosofía, religión, economía...