Observemos estos dos fragmentos poéticos:
SEGISMUNDO
¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice! Apurar, cielos, pretendo ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido. Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; pues el delito mayor del hombre es haber nacido. Sólo quisiera saber, para apurar mis desvelos (dejando a una parte, cielos, el delito de nacer), qué más os pude ofender, para castigarme más. ¿No nacieron los demás? Pues si los demás nacieron, ¿qué privilegios tuvieron que yo no gocé jamás?
|
|
HISPALO
Venir a ser infeliz aquí como allá, teniendo la fortuna en mí probado lo que dijo aquel proverbio, que quien estrella no muda ¿qué importa que mude cielo? Apenas un leño humilde pudo en su vientre de abeto concebirme en Grecia para abortarme en estos puertos.
|
El primero de ellos pertenece a La vida es sueño, de Calderón, y el segundo es de La piedra filosofal, de Francisco de Bances Candamo. La semejanza entre los dos textos es evidente.
¿A qué crees que se debe?