Durante todo el siglo se desarrolla un gusto por el espectáculo en múltiples manifestaciones, tanto en fiestas cortesanas y religiosas (con un gran despliegue de la escenografía) como en celebraciones populares (toros y juegos de cañas). En este ambiente, el teatro se promueve como diversión y como lucrativo negocio (autores, actores, poetas…, hacen de él su modo de vida).
Las representaciones teatrales eran, a la vez, un acto social y lúdico. En este momento se populariza su representación en unos lugares específicos, los corrales de comedias. En estas obras se mezcla lo cómico y lo trágico. Esta mezcla es consecuencia de la doble acción que desarrolla la obra dramática, en la que personajes nobles interactúan con personajes plebeyos.
La obra aparecerá dividida en tres actos. La acción constará entonces de un planteamiento (primer acto), un nudo (segundo acto) y desenlace (tercer acto), en lugar de cinco, como ocurría en el teatro anterior. Según los preceptistas humanistas, la obra debía desarrollarse íntegramente en un mismo espacio y en un intervalo de tiempo no superior a un día. En este momento se manifiesta, sin embargo, una ruptura de la regla de las tres unidades (unidad de acción, de lugar y de tiempo).
En este teatro, el verso es el cauce normal de expresión dramática, quedando desterrada la prosa. Se utilizan tanto los metros tradicionales como los italianos. Existía, además, la adecuación del verso al contenido del mensaje, por lo que, en la obra, los autores dramáticos alternaban y combinaban diferentes estrofas, lo que denominamos como variedad métrica.
Otra de las características que aparece en las obras barrocas es que se sentía un intenso color nacional: aunque los personajes no fuesen españoles, se comportaban en sus acciones y costumbres como tales. Por eso, algunos de los temas abordados o incluidos, como el tema del honor y de la honra, tuvieron un gran valor, equiparable a la propia vida.
Lope de Vega fue el precursor de la comedia nacional. Cultivó todos lo géneros pero destacó en el teatro, género en el que, gracias a su Arte Nuevo de hacer comedias, cuyo discurso sienta las bases definitivas del teatro de su época, se fijan las características del mismo. Algunas de sus obras son: La dama boba, El caballero de Olmedo, El perro del hortelano, Fuenteovejuna, etc.
A este ciclo pertenecen Calderón de la Barca; Guillén de Castro, autor del drama famosísimo La mocedades del Cid; Juan Ruiz Alarcón con obras como La sospechosa y, por supuesto, el gran Tirso de Molina.
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Características de este ciclo: La obra es un espectáculo teatral que nace para deleitar al espectador. Se crean las comedias como imitación de la vida y los espectadores se veían representados en dichas comedias, pues era un arte cercano a la realidad por su espontaneidad y naturalidad, sobre todo en el lenguaje.
Durante la representación había una gran cantidad de personajes en escena que le proporcionaban vistosidad pero escasa profundización en los caracteres.