Las obras de George Bernard Shaw se caracterizan porque en ellas domina el debate de ideas, un debate puro y simple que hoy es valorado como una de sus más importantes aportaciones a la escena teatral. Además, en sus obras se realiza una crítica a los convencionalismos de la sociedad de su tiempo. Sus obras más significativas son: Getting Married (La boda, 1908) en la que se exponen las distintas opciones sexuales o matrimoniales enmarcadas en un determinado contexto social; Pigmalión (1913), donde aúna cuestiones que le preocupan (la fonética y el problema que tiene la mujer para mantener su individualidad en un mundo de hombres), con una caracterización dramática muy eficaz; St Joan (Santa Juana, 1923), en la que analiza los temas de la vida de la protagonista y su muerte, centrándose en aspectos relacionados con la conciencia protestante y el nacimiento del nacionalismo.
En Estados Unidos es Eugene O´Neill (1888-1953) quien consigue romper con el gusto romántico de la escena teatral y adentrarse en la línea que venía dándose en el teatro europeo (realismo, simbolismo, vanguardismo, clasicismo). Así consigue realizar un teatro con bases realistas, pero en el que se incorporan otra serie de elementos de diferentes tendencias para abordar problemas existenciales y sociales. Por lo tanto, en sus obras son claves la especificidad de lugar y tiempo, la ternura cómica que intensifica lo trágico, los personajes y su dimensión mítica. Muchas de sus obras se caracterizan por el uso de nuevas posibilidades escénicas (escenarios dobles y laterales; avances en luminotecnia) y por la utilización de recursos simbólicos para transmitir sus ideas y para lograr una mayor profundidad psicológica en los personajes.
Sus primeras obras tienen una tendencia experimental, destacando El mono peludo (1922). Gran éxito en Broadway tuvo la obra Más allá del horizonte (1920; premio Pulitzer en 1921), así como El emperador Jones (1920), en la que trata el tema del racismo. En los años treinta buscó formas no realistas para incluir su visión trágica y así realiza una de sus obras más importantes, A Electra le sienta bien el luto (1931), que traspone la Orestiada (la trilogía de Esquilo en la que se trata de la maldición sobre la casa de Atreo) a la Nueva Inglaterra del siglo XIX.
En 1932 concibió la idea de desarrollar un ciclo de obras dramáticas sobre varias generaciones de una familia norteamericana, pero sólo llegó a completar Un toque de poeta (producida en 1958) y Más mansiones majestuosas (producida en 1967). De 1946 es El hombre de hielo viene, donde retrata a un grupo de inadaptados sociales incapaces de vivir sin ilusiones. Sus últimas obras son dos tragedias basadas en su propia familia: El largo viaje hacia la noche (producida en 1956, premio Pulitzer en 1957), cuyo tema es el sufrimiento del ser humano, entendido como una maldición que se hereda de generación en generación; y Una luna para el bastardo (producida en 1957).