LEEMOS Y ESCUCHAMOS
EL RIACHUELO MIEDOSO
Juan Cruz Iguerabide
Una ratita se fue a pasear a la orilla de un riachuelo, y vio que el agua temblaba y lloraba.
—¿Qué te pasa, río?
—Que me da miedo perderme en el bosque oscuro.
—Pues ven a mi casa, allí no tendrás miedo.
Y el riachuelo se fue con la ratita. En la ciudad donde vivía la ratita se formó un caos.
—El riachuelo se ha vuelto loco —gritaban todos.
Un guardia municipal bigotudo acudió en moto, haciendo sonar la sirena.
—¿Pero, qué es esto? ¿Creéis que se puede desviar un cauce así, por las buenas?
El riachuelo se calló, avergonzado. La ratita explicó ál guardia lo ocurrido.
El guardia se acarició la barbilla y se atusó el bigote. Después de pensar un rato, habló de esta manera:
—¡Ya lo tengo! Si al riachuelo le da miedo perderse en el bosque, puede ir al estanque del parque. Pero que lo haga por el viejo canal, que está seco, y no por medio de la calle, Si os vuelvo a pillar transitando por las calles, os pongo una multa que os enteráis. ¿Entendido?
—Entendido —contestó la ratita—. A sus órdenes.
El guardia urbano se atusó de nuevo el bigote, arrancó su moto y se alejó a toda velocidad
El riachuelo se puso muy contento y besó a la ratita.
El rostro de la ratita fue desde entonces radiante como el agua cristalina.