1.Imaginad que vuestro maestro o vuestra maestra cumple años y le queréis hacer un regalo.
¿Qué es mejor: hacer uno entre todos y todas o que cada cual se espabile por su cuenta?
¡Seguro que la maestra prefiere que lo hagamos juntos, como en aquel cuento que nos explicó!
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LA SOPA DE PIEDRAS CUENTO popular
Érase una vez un soldado que huyendo de la guerra llegó a un pueblo pequeño. Muerto de hambre, llamó a la puerta de una casa y pidió un trozo de pan. El ama lo echó a empujones diciéndole: «¿Que no lo sabes, que 'no hay nada de comer?» Lo probó en otra puerta, en tres, en cuatro y en cinco puertas, Y en todas recibió la misma respuesta.
El soldado, cansado y hambriento, se sentó en la plaza del pueblo y se echó a llorar hasta que unos muchachos se le acercaron.
—Soldado, ¿por qué lloras?
—Quería hacer una sopa de piedras, que me sale muy buena, pero no puedo...
—¿Podemos ayudarte? —preguntó Martín.
—¡Claro! Necesito que traigáis una perola grande, agua, un puñado de piedras y leña para hacer fuego.
En un santiamén, los muchachos fueron a buscar lo que había pedido el soldado.
Encendieron el fuego, pusieron la perola encima y—
—¡Mmm! Que buena, pero yo diría que le falta un punto de sal
—¡Yo tengo en mi casa! —dijo una chica, que rápidamente la fue a buscar.
Más tarde, el soldado volvió a probar la sopa y dijo:
—Le falta un poco de tomate.
—¡Voy a casa a buscar un poco! —dijo Luís.
—Y también faltarían patatas y arroz.
—Yo puedo sacar patatas del huerto —dijo Ana,
—Y yo en casa tengo arroz. ¡Lo voy a buscar! —exclamó Esther.
Los muchachos trajeron zanahorias, cebollas, judías, garbanzos, nabos, apios, lentejas e incluso un trozo de pollo.
—Esta sopa ya está. ¡Es la mejor sopa de piedras que he probado nunca! Ahora decid a vuestros padres, abuelos y tíos que vengan con platos y cucharas. ¡Hoy hay sopa de piedras para todo el mundo!
Y así fue como, gracias a los muchachos y al soldado, todos llenaron sus barrigas, contentos y haciendo fiesta.