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LEEMOS

LECTURA

Al final he elegido El zoo de Pitus.

¡Me encanta porque parece que hable de María, de Lucas, de Carla, de Bini y de mí!

 
EL ZOO DE PITUS
SEBASTIÁ SORRIBAS

Pitus era el más pequeño de la pandilla. Tenía siete años recién cumplidos. Aunque muchas veces no era más que un estorbo, se cansaba en seguida y era tan bajito que no llegaba a ninguna parte. Por ser tan buen chico, los de la pandilla lo aceptaban de buen grado.

Pero Pitus tuvo muy mala suerte. Un día se metió en la cama muy alicaído y cuando el médico le fue a ver dijo que tenía una enfermedad muy grave, de las que aparecen solamente una vez cada diez años. ¡pobre Pitus!

Le visitaron muchos médicos de renombre y, finalmente, todos coincidieron en que, para curarle del todo, a Pitus tenía que verle un médico sueco muy famoso. Pero en casa de Pitus eran muy pobres y el viaje a Suecia, muy caro, ¿Qué podrían hacer los padres de Pitus?

Una tarde de sábado, Tono reunió a su pandilla en el solar donde acostumbraban a jugar. —¡Escuchad! —dijo Tono cuando estuvieron todos reunidos—. Tenemos que hacer algo por Pitus.

Los otros afirmaron con la cabeza. Estaban de acuerdo en que había que hacer algo más por Pitus. Pero ¿qué?

—¿Has tenido alguna idea? —preguntó Fleming.

Si. ¿Os acordáis de aquel domingo que fuimos todos al parque, a ver el Zoo?

—¡Oh, y como nos divertimos! —dijo Manolito.

—¡El dinero que deben ganar cada domingo, en el Zoo! —dijo el Fleming.

—¡Tú lo has dicho! —cortó rápido Tono.

—¿Qué quieres decir? —preguntó el Fleming,

Tono miró, uno a uno, a los de su pandilla. Estaban todos intrigados. ¡A ver por dónde saldría Tono!

Finalmente, les propuso:

—¿Y si hiciéramos nosotros un zoo?

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