Al padre del protagonista de esta historia también le ha pasado algo muy extraño cuando ha ido a comprar leche.

¿Y TÚ TE LO CREES?

Oí que alguien abría y cerraba la puerta delantera, y entró mi padre,  —¿Dónde te habías metido? —preguntó mi hermana.

 —Ah, —dijo mi padre—. ¡Hum!, sí. Pues es curioso que me lo preguntes.

—Te has encontrado con un conocido y se te ha ido el santo al cielo.

—He comprado la leche —dijo mi padre—. Y la verdad es que sí, que he parado un momento a saludar al señor Ronson, el vecino de enfrente, que estaba comprando el periódico. Cuando he salido de la tienda, he oído un ruido   que venía de arriba.

 Era algo como zumm-zumm. Al levantar la vista he visto un enorme disco plateado flotando sobre Marsahll Road.

“Caray”" me he dicho. "”Esto no es algo que se vea todos los días.” Y entonces ha sucedido algo muy extraño.

—¿Más extraño todavía? —pregunté.

—Sí, francamente EXTRAÑO —dijo mi padre—. Del disco ha salido un rayo de  luz, una luz brillante y muy potente que se distinguía perfectamente incluso a la luz del día. Y cuando he querido darme cuenta, me he visto absorbido hacia arriba. Por suerte, me había metido la leche en el bolsillo del abrigo.

La cubierta del disco era de metal. Era tan grande como un campo de fútbol O MÁS. 

—Hemos venido al planeta desde un mundo muy lejano —me dijeron las personas que iban en el disco.

«Los llamo personas», pero eran más bien verdes y un poco globosos, y parecían muy  mosqueadas.

-Como representante de tu especie, te exigimos que nos entregues todo el planeta. Vamos a remodelarlo.